Como estaba pactado, después de las incursiones nocturnas en Milton keynes, debía una visita al viejo London. Ciudad que custodiaba unos de mis mejores recuerdos y experiencias.
Pasee por Camdem, volví a comer recetas marroquíes debajo del puente, callejee por el Soho, hice la ruta del Tower Bridge a Trafalgar, visité la Tate modern, cenamos en ChinaTown, compramos libros usados, y viajamos en metro…un lujo en otra época.
Aún así lo mejor para mi llegó el día que me tomé solo en la ciudad. Un día para volver a Bayswater, el lugar en el que aterricé en 2004 y del que me costó muchos meses salir. No podía faltar un té, por no decir una pinta, en el Prince Alfred, comer en el Bella Italia, ir de compras a Witley’s, y sobretodo comer una chessburger de 1 pound en el McDonalds.El problema más grave fueron las fechas, ya que todas las viejas glorias que aún sobrevivían en la city, estaban en casita con sus familias. Esto solo implica que tengo que volver pronto.
Por alguna razón, quizás por falta de tiempo, no volví a Kilburn. Lo cierto es que allí estuve aún más tiempo que en Queensway, pero no guardaba un recuerdo tan especial. Todo lo que era una aventura en Bayswater, se convirtió en rutina en Kilburn. Supongo que los primeros meses, la novedad y las ganas de descubrir la ciudad los hicieron más especiales. Luego solo se trataba de vivir allí, como quien vive en cualquier otro sitio…si bien es cierto que aquello era Londres.
Y para finalizar el viaje solo quedaba celebrar el fin de año en tierras británicas.Decidimos no complicarnos la vida bajando a Londres, al Big Ben, y preferimos quedarnos en Milton Keynes, y vivirlo como los ingleses de la campiña.Nos adaptamos al horario y costumbres locales, y a las 8 de la tarde ya habíamos cenado, eso sí, todo productos de casa y vinos de nuestra tierra.Luego tomamos copas y copas hasta el momento de entrar en Oceana. En la discoteca seguimos tomando alguna que otra copa, aunque esta vez no cobraban 12 € por un dedo de whiskey con cocacola…un robo.En realidad esta gente son unos sosos. Cuando llegaron las 12h bajaron un poco la música, el dj contó de 10 a 0 y pronunció un sonoro “happy new year”. Luego subió la música y todo siguió como cualquier día normal…salvo por los modelitos de todo el mundo, inclusive los pavos, que tenían que ir en zapatos y ropa “smart” (elegante).
La valoración global fue muy positiva, sobretodo porque estaba en compañía de una gente de “puta madre”, porque no dejamos de reírnos en 6 días, y porque el vino era muy, pero que muy bueno. Desde aquí, gracias a todos por un fin de año “diferente”.